sábado, 6 de octubre de 2012

CÓMO LLEGAR A SER UN EMPRENDEDOR DE ÉXITO

Si tuviera un minuto para transmitir de forma condensada mi enfoque sobre cómo se debe afrontar el reto de emprender, mi discurso sería el siguiente: La idea debe ser buena. 

Buena para el mercado y buena para uno mismo. Debe movernos internamente, ser generadora de ilusión y pasión ya que hasta que empecemos a ver los frutos necesitaremos esa fuerza interior para impulsarnos y mantenernos en marcha. Además de ser buena e inspiradora debe ser viable. El análisis económico financiero del proyecto ha de ser exhaustivo y si no sabemos cómo abordarlo más vale invertir una pequeña cantidad de dinero para que un experto la analice. 

Esto nos puede ahorrar hacer la “travesía del desierto” más años de los estrictamente necesarios. Resulta también importante valorar el momento vital en el que uno se encuentra a la hora de emprender. No es lo mismo hacerlo cuando se es joven, inexperto y sin cargas familiares que cuando tenemos experiencia, madurez, confianza en nosotros mismos y además hipotecas y familia que atender. La respuesta está en uno mismo, pero es importante que hagamos esta reflexión.
 
La elección del socio, en caso de emprender en grupo, también resulta crucial. Analicemos a los candidatos desde una doble vertiente personal y profesional, pero no olvidemos que los valores intrínsecamente personales nos dan muchas pistas de lo que encontraremos después, sobre todo en el momento de hacer frente a situaciones complejas, gestión de crisis o planificación de futuro.
 
Formación continua: ojos bien abiertos para imbuirnos en todas las facetas del negocio. Cuanto mejor lo conozcamos mejor sabremos orientar a nuestro equipo en la dirección adecuada. La propia empresa es la escuela más conveniente para el aprendizaje, dando alas a la creatividad, combinándola con mucho pragmatismo y escuchando a los otros: socios, empleados, clientes y proveedores. Todos ellos configuran una valiosísima fuente de información y conocimiento que absorber.

Respetar los valores esenciales que nos dan credibilidad frente a terceros: transparencia, honestidad, amor por las cosas bien hechas y responsabilidad.
 
Sin miedo a equivocarse. Debemos saber caer y encontrar la fuerza para volver a levantarnos. Nos vamos a equivocar muchas veces pero el aprendizaje que se extrae de cada error equivale a un máster de 600 horas. Debemos afrontar sin miedo la gestión de las crisis, porque paradójicamente suelen representar fabulosas oportunidades para reinventarse. Las mejores herramientas para hacerles frente: el sentido común y la flexibilidad. 

Respeto hacia los demás y voluntad de arreglar entuertos son factores imprescindibles. Uno se sorprende de la capacidad que adquiere para gestionar y resolver problemas eficazmente.
 
Ser dueño de una empresa requiere solucionar conflictos y tomar decisiones a velocidad de vértigo, así que aunque la idea sea buena e inspiradora conviene plantearse estas cuestiones antes de dar el paso definitivo. Si no nos vemos capaces, una retirada a tiempo será una victoria. Si por el contrario hay pasta de emprendedor: buena suerte y que se disfrute porque no hay nada comparable con ver crecer un proyecto propio mientras nos sentimos dueños de nuestro propio destino.


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