Lo primero en cualquier actividad de comunicación, es definir tu público objetivo, para poder ponerte en su lugar y pensar en términos de sus intereses y necesidades.
El “de todo para todos” ya no funciona, terminas no vendiendo nada a nadie: la saturación de medios e información hace que el público “filtre” cada vez más los mensajes.
Para evitar que las personas desechen tus mensajes (el boletín o los avisos dentro de él), debes lograr que sientan que les hablas a ellas.
Esto significa que DEBES ponerte en su lugar: aprender a ver, sentir y pensar como ELLAS.
¿Entonces? Identifica cómo son tus clientes ideales. ¿Quién es tu lector target?
- ¿Tiene una ubicación geográfica específica? Dónde?
- ¿Cuál es su poder adquisitivo?
- ¿Tiene un rubro de actividad específico? Cuál/es?
- ¿Qué relación tiene contigo en términos de su historia de compras: nunca te compró, te compra a veces, siempre te compra?
- ¿Es independiente, un negocio basado en el hogar, una Pyme, una gran empresa, un profesional, una firma de profesionales…?
- ¿Es un consumidor final, una compañía de B2C, o B2B?
- ¿Tiene hábitos, costumbres, hobbies, intereses, necesidades o valores, relevantes para tus productos o servicios?
- ¿Tiene un rango de edad específico?
Algunas preguntas pueden ser irrelevantes y puede haber otras para agregar… Todo depende de tu caso particular. Mientras más – detalladamente– identifiques el perfil de tu lector-cliente... más claros tendrás los términos de la comunicación.
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